Por Lara Guerrero | Consultora de Comunicación Estratégica | Manejo de Crisis
N&M | Hoy en día, muchos creen que si una marca o persona acumula miles de seguidores o se vuelve viral, eso automáticamente significa que tiene reputación. Pero no.
Tener visibilidad no es lo mismo que tener credibilidad. Tener alcance no es lo mismo que tener autoridad.
Y si estás construyendo algo con propósito, ya sea una empresa, un servicio, una comunidad o una carrera, debes entender esta verdad: Los likes no miden confianza. Las redes sociales son una vitrina, no un espejo.
Vivimos en una época donde casi todo se ve bonito desde fuera:
📱 Un perfil estético.
📈 Historias en movimiento.
💬 Comentarios positivos.
👏 Y por supuesto, engagement.
Pero eso no siempre refleja la realidad del negocio, del liderazgo o del compromiso con el público. En muchos casos, la reputación real va en silencio, mientras las redes hacen ruido.
¿Qué es realmente la reputación? La reputación es la percepción sostenida en el tiempo que otros tienen sobre quién eres, cómo actúas, cómo respondes y cómo tratas a los demás. No se construye con algoritmos. Se construye con acciones.
Es lo que dicen de ti cuando no estás en la sala. O cuando te sacan del chat de whatsapp. Es lo que recuerdan de ti cuando hay un problema. Es la diferencia entre que te vean y que te respeten.
¿Y qué pasa en redes? Las plataformas sociales son maravillosas para visibilizar, conectar y posicionar. Pero también son peligrosas cuando se usan como único termómetro de valor.
Puedes comprar seguidores, pero no confianza. Puedes “maquillar” tu historia (y hasta ponernos flacas y sin arrugas), pero no sostenerla en una crisis. Puedes sonar cercano, pero actuar con frialdad cuando te necesitan.
¿El problema? Creer que la imagen digital basta. Muchas marcas pequeñas —y también figuras públicas— se enfocan más en crear contenido que en construir relaciones. Se obsesionan con crecer en redes, pero descuidan su comunidad real. Se centran en lo estético, pero no en lo estratégico. Y cuando llega una crítica, un error o un escándalo… el castillo se desmorona. Porque detrás de los likes, no había sustancia.
¿Qué sí construye reputación?
- La coherencia entre lo que dices y haces. Si comunicas responsabilidad, practica la empatía.
- La forma en que manejas los errores. Pedir disculpas bien es más poderoso que publicar algo perfecto.
- La manera en que respondes a quienes confían en ti. La reputación se fortalece en las pequeñas interacciones, no solo en grandes campañas.
- Tu capacidad de servir, incluso cuando nadie está mirando. La confianza nace del compromiso invisible.
Como consultora en gestión de reputación y crisis, he visto marcas con miles de seguidores que no inspiran respeto. Y también he visto empresas discretas que, con una comunidad sólida y un trato coherente, se han ganado la fidelidad de sus clientes por años.
La reputación no es viral. No es estética. No es instantánea. La reputación se construye cuando nadie aplaude. Se sostiene en las decisiones difíciles. Y se prueba en la tormenta.
¿Y tú? ¿Estás construyendo visibilidad o confianza? Hazte esta pregunta: ¿Quién serías si mañana cerraran todas tus redes?
La respuesta no está en los likes, está en lo que dejas en las personas. Y eso —eso sí— es reputación.






