Por Joel Gneco Gross-Ing. Civil

En las congestionadas arterias de Santo Domingo, Santiago y otras ciudades dominicanas, el tráfico vehicular se ha convertido en un desafío diario para miles de ciudadanos. La infraestructura vial actual, predominantemente orientada al automóvil privado, refleja una planificación urbana reactiva y fragmentada. Las calles, en su mayoría, han sido diseñadas sin considerar la diversidad de usuarios que las transitan: peatones, ciclistas, usuarios de transporte público y conductores.

Un llamado a la Transformación Urbana

La propuesta de calles multimodales surge como una solución integral a esta problemática. Este enfoque busca redistribuir el espacio vial de manera equitativa, otorgando prioridad a modos de transporte más sostenibles y eficientes. Pero, ¿qué beneficios concretos podría traer este modelo al contexto urbano dominicano?

Movilidad Eficiente para una Población en Crecimiento

Al adaptar nuestras calles para acoger diversos modos de transporte, se facilita el desplazamiento de un mayor número de personas en el mismo espacio. Esto no solo reduce la congestión vehicular, sino que también disminuye los tiempos de traslado, permitiendo que los ciudadanos lleguen más rápido a sus destinos. Además, una infraestructura que favorece al peatón y al ciclista promueve hábitos de vida más saludables y reduce la dependencia del automóvil.

Impulso al Comercio Local

Las calles diseñadas pensando en todos los usuarios generan entornos más atractivos y accesibles. Estudios han demostrado que los peatones y ciclistas tienden a detenerse y consumir más en comercios locales en comparación con los conductores. Por lo tanto, una calle multimodal no solo beneficia a los transeúntes, sino también a los negocios que allí operan, revitalizando la economía local.

Accesibilidad Universal: Ciudades para Todos

Una red vial inclusiva garantiza que personas de todas las edades y capacidades puedan desplazarse con seguridad y comodidad. Esto es especialmente relevante en un país donde una parte significativa de la población depende del transporte público o de la movilidad a pie. Calles bien diseñadas con aceras amplias, cruces peatonales seguros y carriles para bicicletas aseguran que todos los ciudadanos puedan moverse libremente por la ciudad.

Compromiso con el Medio Ambiente

Fomentar modos de transporte no motorizados y mejorar el transporte público contribuye significativamente a la reducción de emisiones contaminantes. En ciudades dominicanas, donde la contaminación del aire es una preocupación creciente, adoptar un diseño vial multimodal es un paso hacia un entorno más limpio y saludable.

Eficiencia en el Uso del Espacio Público

El espacio vial es un recurso limitado y valioso. Al priorizar modos de transporte que ocupan menos espacio, como la bicicleta o el caminar, se optimiza el uso de las calles. Esto permite que más personas se desplacen de manera eficiente, reduciendo la necesidad de ampliar constantemente las vías y, por ende, preservando áreas verdes y espacios comunitarios.

Hacia una Nueva Cultura Urbana

La implementación de calles multimodales en la República Dominicana no es solo una cuestión de infraestructura, sino también de cambio cultural. Requiere de políticas públicas que promuevan la movilidad sostenible, educación vial para todos los usuarios y una visión compartida de ciudades más humanas y habitables. Es hora de replantear nuestras calles y transformarlas en espacios donde la prioridad sea el bienestar de las personas.

Diseño Multimodal: La Solución Silenciosa al Caos del Estacionamiento y la Saturación Vial

Una de las mayores contradicciones del urbanismo dominicano es que nuestras calles, además de ser congestionadas, están saturadas de vehículos mal estacionados, ocupando aceras, intersecciones, franjas de rodamiento y hasta áreas verdes. Esto no es casual: responde a un modelo de ciudad que priorizó durante décadas al automóvil privado, sin prever que este privilegio masivo generaría una demanda insaciable de espacio para aparcar. Hoy estamos pagando las consecuencias.

Pero el diseño vial multimodal ofrece una respuesta estructural, no solo técnica, a esta crisis. ¿Cómo? Primero, al reducir la necesidad del uso del vehículo privado, porque ofrece alternativas viables, eficientes y dignas para desplazarse. Una ciudad que cuenta con corredores de autobuses confiables, metro y tren ligero bien conectados, ciclovías seguras y aceras continuas y accesibles, es una ciudad donde menos personas dependen de un carro para moverse. Y a menos carros, menos necesidad de estacionamiento.

En segundo lugar, el diseño multimodal ordena y delimita el uso del espacio vial, estableciendo zonas claramente definidas para cada modo de transporte y evitando que los vehículos ocupen de forma irregular espacios pensados para otros usuarios. Una calle bien diseñada no deja espacio a la improvisación: donde va la acera, va la acera; donde va el carril de bus, no se puede estacionar; donde va la ciclovía, se respeta. Esto tiene un efecto directo en la mejora del flujo vehicular, pues elimina obstrucciones causadas por vehículos aparcados en lugares indebidos.

Además, cuando las calles dejan de ser “tierra de nadie” y se convierten en corredores organizados, la capacidad real de flujo de cada vía aumenta, no porque se construyan más carriles, sino porque se reduce la fricción, los conflictos y las maniobras impredecibles. El tránsito fluye mejor no por cantidad de espacio, sino por calidad de diseño.

La falsa solución de construir más parqueos públicos o ampliar las calles ha demostrado ser insostenible. Más espacios para estacionar solo generan más viajes en carro, y más viajes implican más demanda de parqueo. Es un círculo vicioso que el diseño multimodal ayuda a romper de raíz, reorganizando las prioridades del espacio urbano y apostando por una movilidad más inteligente, más humana y menos dependiente del metal sobre ruedas.

Ordenar el caos del estacionamiento y reducir la sobreocupación vial no se logra con operativos puntuales ni con señalizaciones solitarias: se logra rediseñando la ciudad desde sus calles. Y eso comienza por entender que el espacio público es demasiado valioso como para seguir regalándoselo, sin límites, al vehículo privado.

Diseño Multimodal y Desarrollo Orientado al Transporte: La Clave para Desacelerar la Motorización en República Dominicana

La República Dominicana se encuentra atrapada en un círculo vicioso: mientras más congestionadas están nuestras calles, más personas buscan resolver su movilidad adquiriendo un vehículo privado. El resultado es predecible: más tapones, más emisiones, más tiempo perdido, y una ciudad que parece colapsar sobre su propio desorden. Pero existe una salida, y pasa por cambiar el modelo de ciudad que construimos.

El diseño vial multimodal —aquel que reparte el espacio no en función del vehículo, sino de las personas y sus diversas formas de movilizarse— es una herramienta esencial para frenar la altísima tasa de motorización que vivimos. En lugar de construir calles exclusivamente para autos, debemos crear calles que funcionen para todos: peatones, ciclistas, autobuses, trenes y vehículos de última milla.

¿Cómo se logra mover más personas que vehículos? La clave está en diseñar un sistema de transporte integrado y coherente, donde cada modo de movilidad tiene su lugar y se conecta con los demás. El desarrollo orientado al transporte (DOT) propone justamente esto: ciudades que crecen en torno a ejes de movilidad masiva —como el metro, el tren ligero o corredores de autobuses— y que garantizan una conectividad eficiente con rutas alimentadoras y sistemas de última milla bien ubicados.

Este modelo permite que más personas se desplacen en menos espacio y en menos tiempo. Un solo autobús en un corredor exclusivo puede sustituir decenas de automóviles. Una estación de metro bien conectada puede mover miles de pasajeros por hora. Un sistema de bici pública y aceras seguras puede transformar distancias cortas en oportunidades para caminar en vez de manejar.

La verdadera revolución ocurre cuando estas infraestructuras bien diseñadas producen lo que los urbanistas llaman evaporación del tránsito: la desaparición de una parte del tráfico vehicular no porque se construyan más calles, sino porque menos personas necesitan usar un carro para llegar a donde van.

Es hora de dejar de premiar la velocidad de los autos y comenzar a priorizar la eficiencia del sistema completo. No se trata de mover más vehículos, sino de mover más personas. Y para eso, debemos cambiar las reglas del juego: repartir el espacio público de forma más justa, construir corredores de alta capacidad, garantizar intermodalidad, y sobre todo, diseñar calles para la vida, no solo para el tránsito.

El futuro de nuestras ciudades no puede seguir dependiendo de más carriles para carros. Necesitamos más conectividad, más transporte público confiable, más aceras dignas, más ciclovías seguras, y una planificación urbana que ponga a la gente en el centro. Solo así, podremos devolverle a nuestras calles su verdadero propósito: conectar personas, no tapones.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí